Es por la tarde, Juan Víctor se molesta porque su esposa va a salir.
--¿es que hoy también tienes que trabajar?
--Si, tengo turno en la biblioteca…
--¡¡es que parece que te llenes de trabajo para no estar conmigo¡ --dice enojado.
Feli responde molesta para no tener que reconocer que es cierto, que algo le está pasando.
--La biblioteca de la escuela la llevamos entre todos los profesores, nos tenemos que repartir las horas y hoy me tocó a mí. No tiene nada de raro…
Juan Víctor se muestra cariñoso:
--Venga, quédate conmigo… Podemos hacer el amor…
Juan Víctor mira a su esposa con cara de depravado. Por él tendrían sexo a todas horas. Feli no está por la labor.
--Si no sabes que hacer vete a un centro para jubilados…
Juan Víctor la mira molesto:
--¡¡Eso es para viejos y yo ya no soy un viejo¡
--Yo no estoy diciendo eso… yo…
Pero ya lo ha dicho. Juan Víctor se siente atractivo y joven. Le ha dolido el comentario de su esposa.
--¡¡haz lo que quieras…¡
Juan Victor deja la casa molesto. Feli está aturdida. Nunca se había planteado que las cosas no le fueran bien, siempre pensó que era lo normal. Ahora se da cuenta que no le gusta su vida. Se acerca a la librería. Llena de fotos familiar. Su boda con el único hombre de su vida. Ella agarra la foto emocionada.
--Yo era tan joven, no sabía nada de la vida… pero estaba feliz…
Ella tiene 16 años. Su vientre abultado. A su lado un orgulloso Juan Victor, ya todo un hombre rozando los treinta. Una boda civil, muy sencilla.
--Lo quería tanto…
Feli nunca había pensando que las cosas habían cambiado, creía que era lo normal luego de 40 años de matrimonio. Se casó con el primer hombre de su vida, el único y con una hija en el camino.
--Mi María Esperanza… Qué felicidad me diste…
Va continuando mirando fotos. Ella con sus dos hijos, de pequeños y en la actualidad. María Esperanza con 40 años y su hijo, todo un hombre y muy atractivo poco menor que su hermana. Ni la propia Feli es consciente del todo que algo está cambiando dentro de ella. Su vida ha sido la de cualquier mujer, madre y abuela. No hubiera pensando que pasara algo que no fuera lo normal. Va mirando todas las fotos que tiene enmarcada. Su hija el día de su boda. Su hija con sus dos hijos. Toda una mujer y Jaime ya un hombrecito. Va mirando una foto de sus nietos.
--Mi Hope… Mi Jaime …
Quiere centrarse en su familia para olvidar ese sentimiento extraño que se le está cruzando en su corazón. No quiere hacer nada que moleste a su familia, que les pueda avergonzar. Luego tiene fotos de su hijo.
--La parejita… Esperanza y Salvador… Es que nada podía ser más perfecto…
Lo dice con cierta amargura para no reconocer que ya no es una mujer feliz. Sí como madre, sí como abuela pero no como mujer. De Salvador tiene dos fotos. De su primera boda con una mujer de su edad. Por la iglesia, luego de su segunda boda con una chica que podría ser su hija. Y también fotos en la actualidad de Salvador en el bautizo de su hijo pequeño, fruto de su segunda esposa en la que se puede ver a los dos hijos de su anterior matrimonio. una niña de 10 años y otro de 4. A Feli se le sale las lágrimas. Se las seca. Tiene una pose dura.
--¡¡No seas loca, no está pasando nada¡ ¡¡todo en tu vida es normal¡
Feli no quiere reconocer que algo está cambiando y que ese algo tiene nombre de chico.
Al cabo de un rato, Feli se encuentra en la biblioteca. Sentada en una mesa leyendo. Su única misión es vigilar y ayudar si alguien le hace alguna pregunta. En una mesa casi pegada a la de ella se encuentra León. Feli no le puede sacar los ojos de encima.
--¿¿qué me pasa con ese chico?
Feli hacía años que no ardía de esa manera. Nunca lo reconocería pero León le pone cachonda. Le gusta su juventud, su simpatía, sus aires de macarrilla. Sin olvidar que es guapo. Se levanta en alguna ocasión. Feli se sorprende así misma mirándole el trasero al chico. Es pequeñito pero muy bien remarcado por los jeans negros que lleva. No los tiene caídos, no se le ve sobrando.
--tiene un culo precioso –dice ella para sí.
Luego se lo reprocha así misma escandalizada:
--¡¡eres una mujer grande… y él apenas un niño¡ ¡¡Si tiene 16 años¡ ¡¡¿en qué tonterías estás pensando?¡
Feli nunca había pensando en otro hombre que no fuera su esposo y es que el peor de los casos que tampoco podría aceptar a León como hombre ya que apenas es un adolescente. León es un chico muy sociable, con muchos amigos que lo quieren y lo admiran. Él procura ayudar a todos. Se va moviendo mucho y su trasero enciende la pasión de Feli. El chico se rasca en alguna ocasión en la entrepierna y Feli se siente muy sofocada.
--¡¡no debes mirar, déjalo tranquilo¡ --no deja de repetirse.
Pero, por una fuerza que ni ella misma entiende, no puede dejar de mirar. Le gusta cuando sonríe, como ayuda a sus amigos. Feli suspira. El chico le gusta, le gusta mucho.
--¡¡Estás loca¡ ¡¡estás loca¡
Agradece cuando acaba su turno y puede irse. Lo hace sin mirar atrás porque vibra cada vez que ve a León y eso le hace sentir enferma. No sólo por la gran diferencia de edad sino porque es una mujer casada.
Aunque hace mucho que su esposo no le hace sentir nada y en especial como mujer, Feli necesita llegar a casa para refugiarse en sus brazos. Lo encuentra tumbado en el sofá. Leyendo el periódico. Se lo queda mirando.
--¿te ocurre algo? –pregunta él sacándose las gafas.
Feli necesita apagar el fuego que está dentro de ella, que la está consumiendo.
--¿no tienes ganas ahora?
Al hombre se le ilumina la cara.
--¡¡Qué pregunta¡
Él estaría todo el día haciéndolo y le costaba mucho las largas ausencias del cuerpo de su esposa. Ahora está encantado por el cambio. No se lo hace repetir. Enseguida están los dos desnudos en la cama, él retozando feliz, seguro que su esposa lo ama y lo desea como siempre. Feli cierra los ojos. Llora por dentro. Los besos y las caricias de su esposa no borran ese loco sentimiento que está naciendo dentro de ella hacia ese adolescente que ha interrumpido en su vida.
Comienza un día más. Feli se centra en su trabajo, en sus clases y eso la relaja pero se pone nerviosa cuando entra en el salón de León. A ella le cuesta concentrarse.
--¡¡Es un adolescente… ¿¿cómo es posible que te esté poniendo de esa manera? –piensa ella para sí.
Feli no quiere aceptar que le esté pasando algo con León. Le cuesta controlarse. Al finalizar la clase, ella está recogiendo. Ve como León se levanta estirando los brazos y se le ve mucho la goma de los calzoncillos. Es algo normal que los adolescente como León enseñen los calzoncillos. Feli está acostumbrada a trabajar entre adolescente y no entiende distinto León para que le ponga de esa manera pero es así. No lo puede evitar. Está cachonda.
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